El pasado Martes 6 de junio el periódico El País publicó un articulo de Rafael Fraguas sobre la restauración de la Sala Capitular del Real Monasterio de las Comendadoras de Santiago en Madrid, y el acto de inauguración de la exposición de Acuarelas de Ana de Orleans que que allí tuvo lugar.
Enlace al artículo:
Sala Capitular.
Real Monasterio de las Comendadoras de Madrid.
A continuación reproducimos el artículo:
Comendadoras recupera lustre
Restaurada la sala capitular del convento, con materiales originales que decoraban la sede de la Orden Militar de Santiago.
Rafael Fraguas. Periodista.
¿Existe la aristocracia en Madrid? Si. Casi toda ella, un homogéneo estamento social formado por unas 200 parejas de elegantes gentes atildadas, asistió este miércoles al Convento de las Comendadoras, para contemplar la restauración de la sala llamada capitular del tricentenario monasterio, sancta santorum de la nobiliaria Orden Militar de Santiago. En otra sala conventual, podían ver y en su caso adquirir hasta 84 acuarelas de Ana de Orleans, duquesa viuda de Calabria, cuya venta, a una media de 1.750 euros la unidad, estaba destinada a recaudar fondos para sufragar la rehabilitación del templo monacal. El conjunto monástico es una joya del barroco madrileño que permanece en obras de restauración desde hace 22 años, bajo la dirección de la académica italiana y arquitecta Emmanuela Gambini.
A la cita no faltó Pedro de Borbón, Infante de España, presidente del Consejo de las Órdenes Militares y legatario de la Casa Real italiana de las Dos Sicilias; ni tampoco Íñigo Méndez Vigo, Ministro de Educación y Cultura, que mantiene vínculos familiares con la nobleza madrileña, estamento cuyos miembros siguen practicando el cabezazo masculino o la reverencia femenina cuando comparecen ante un Infante de España, como fue el caso.
La Orden Militar de Santiago, institución medieval que integra a gran parte de la aristocracia española y de la cual formaron parte caballeros como Francisco de Quevedo o Diego Velázquez, tiene en las Comendadoras desde 1667 su sede histórica, donde ha celebrado durante tres siglos las reuniones de su capítulo.
La sala capitular recién restaurada posee, por ello, una decoración insólita para este tipo de estancias, habitualmente caracterizadas por los acostumbrados y severos sitiales de madera en una atmósfera grave y austera. En este caso, la rehabilitación muestra que la sala de capítulos era plenamente suntuaria y colorista, al estilo del barroco francés. Ha sido dirigida por Emanuela Gambini y realizada por los miembros de su estudio Jaime Alberdi, Beatriz Aguilera y Daniel Ortega, más un equipo en el que han figurado el arquitecto Álvaro Bonet, el estuquista Luis Prieto y artesanos de la Escuela de Oficios de la calle de La Palma, la única de su estilo que sigue funcionando en Madrid a costa del Gobierno regional, que financia la restauración junto con el Ministerio de Fomento.
Se ha recobrado la ornamentación original de la sala, a base de papel pintado en tonos azul cobalto desaparecidos desde 1780 y adornos verde-azulados, en extraña mezcla cromática. Se trata de las primeras decoraciones de este tipo de papel en Madrid, procedente de la Fábrica Real de este material decorativo, instalada por instrucción del rey Carlos IV de Borbón en la cercana calle de Amaniel, donde tuvo luego su sede la primera fábrica de cervezas Mahou.
La sala muestra nueve lienzos de trasunto religioso –el más cotizado unaAscensión de la Virgen, de Matías Cerezo-, hasta diez suntuosos sofás dieciochescos y tres espléndidos bargueños castellanos con marquetería de marfil; lámparas de la Real Fábrica de Cristales de La Granja con lagrimones rematados por gemas color cobalto y verde; cortinajes en ondulado mohair; grandes espejos y arrimaderos de falso cordobán pintados al óleo.
Todo ha sido delicadamente rescatado de la ruina, la humedad y la molicie dentro de un plan de rehabilitación del barroco capitalino que la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Fomento acometen desde hace dos décadas, con un presupuesto que frisa ya los nueve millones de euros. Aún así, el templo de las Comendadoras, que alberga uno de los lienzos más grande de la ciudad, de 5,88 metros de altura por 3,72 metros de anchura, dedicado a Santiago en la batalla de Clavijo, obra de Lucas Jordán en 1695, aún permanece en obras.
La aristocracia madrileña, recibida el miércoles por la comunidad religiosa en pleno -otrora nutrida por hijas de la nobleza y que hoy encabeza sor Rosario- persevera incansable en su restauración con dinero público y algunas aportaciones privadas. El régimen de visitas guiadas está limitado a los primeros y terceros lunes de cada mes. El donativo sugerido es de cinco euros.